Es bien sabido que la rutina israelí es una de constantes tensiones y de sorpresas dramáticas sin fin. Las semanas que hemos vivido desde el 4 de enero de este año—fecha en la que el entonces nuevo Ministro de Justicia, Yariv Levin, echó a andar el proceso de destrucción de la independencia del sistema judicial israelí (como expliqué en algunas de mis entregas anteriores), y consecuentemente explotaron las manifestaciones masivas de protesta que han continuado sin interrupcióna lo largo del país—han llevado estas tensiones a un nivel que ni los más veteranos activistas políticos pueden recordar en la historia de Israel.
Pero aún dentro de esta perspectiva, el miércoles de esta semana será un día extremadamente dramático que es importante tener en cuenta y tratar de entender: es el día en que la Knesset escogerá sus representantes ante la comisión nacional de selección de jueces. Podría pensarse que no se trata de algo tan exageradamente dramático, pero en este post quisiera explicarles por qué sí lo es.
Indico en primer lugar que siempre hay que tener en cuenta la diferencia entre los procesos de largo plazo que se han dado y se siguen dando en nuestra sociedad y en el entorno geo-político, por un lado, y, por otro lado, los acontecimientos puntuales a nivel político que son mucho más visibles y por eso más discutidos en los medios de comunicación y en las redes sociales. Obviamente hay una interacción constante entre ambos niveles de la realidad, pero hay que hacer un esfuerzo para que los detalles de la actualidad diaria no nos hagan perder de vista los procesos de fondo que son más difíciles de discernir y son los que realmente determinan. En la descripción que sigue enfoco una vez más un evento que es super puntual, y lo hago porque en él convergen procesos mucho más amplios y porque él va a tener una influencia directa e inmediata en los eventos que veremos próximamente en el país.
Toda la energía del país durante casi seis meses se ha encausado hacía el intento de promover la mal llamada “reforma” de Levin. Esta está detenida temporalmente, pero las apariencias pueden engañarnos, porque mientras tantos hay procesos políticos que siguen avanzando y que tal vez sean mucho más peligrosos que le reforma en sí. El gobierno de Bibi ha sido un fracaso total en todos los frentes y no hay ni un solo aspecto de la vida pública en que los ministros hayan empezado a hacer (o hayan empezado a pensar en hacer) algo a favor de los ciudadanos en general: salud, transporte, costo de la vida, educación, infraestructuras, etc. La economía está en claro deterioro y las relaciones con EEUU en su punto más bajo en décadas. Ni siquiera en el horizonte lejano se vislumbra una invitación de nuestro lider a la Casa Blanca de Biden y su adminstración, y nuestros ministros están siendo marginados por nuestros más importantes aliados en Europa.
Bibi no rinde cuentas ante el pueblo, ni concede entrevistas a la TV local, excepto al Canal 14, que no es más que un medio propagandístico avocado a adular al líder y a su esposa, en un estilo que despertaría la envidia de Kim Jong Un en Corea del Norte.
Quien se interese por el punto de vista que Bibi quiere presentar ante el mundo, puede verlo en esta entrevista de hace dos días condujo el periodista Alistair Bunkall de Sky News. Con su famosa voz de barítono ya bastante desgastada, Bibi intenta explicar que todo está bajo control, que él es quien manda y quien defiende la democracia liberal en Israel. Varias veces repite que sus socios se unieron a su coalición y no él a la de ellos, implicando que debemos hacer caso omiso a lo que ellos declaran a diestra y siniestra, y ver sólo lo que él, el gran lider, está haciendo. Dejo aquí el link a la entrevista para que ustedes juzguen, en caso que quieran dedicar 20 minutos de su tiempo a escuchar una serie de mentiras lejanas de la realidad.
La triste verdad es que en estos momentos en que todo el sistema del gobierno es disfuncional, sólo dos sectores se han beneficiado enormememente. Son dos fuerzas centrales en la coalición de Bibi, que determinan el curso de nuestras vidas y que han logrado llevar a la aprobación de un presupuesto escandaloso y destructivo para nuestro futuro: (1) la extrema derecha mesiánica que promueve la creación de nuevos asentamientos en los territorios (rechazados por toda la comunidad internacional) y la violencia continua ante los palestinos, y (2) las comunidades ortodoxas que siguen recibiendo presupuestos desproporcionados y faltos de toda lógica, destinados a perpetuar una vida de pobreza e ignorancia entre los jóvenes que no saldrán a trabajar y tampoco se prepararán para una vida productiva en el futuro (pero vivirán de las migajas que sus represantantes políticos sabrán hacerles recibir de sus manos para que sigan dependiendo de ellos). Les recomiendo que vean al respecto la breve explicación que aparece en este video (con subtítulos en inglés).
Los montos adicionales que se han asignado en el presupuesto a esos sectores, como parte de los acuerdos de coalición, llegan a los 11 millardos de shekel (eso es sólo lo que se añadió en este presupuesto de manera ad-hoc. Encima de eso hay todos los millardos que están regularmente alocados para las intuiciones ortodoxas en la base del presupuesto). Para ponerlo en proporción: el monto que se destina en el presupuesto conjuntamente a TODAS las instituciones de enseñanza superior en el país llega a un millardo por año! El gobierno anterior, como ejemplo, había aprobado un plan detallado para abrir una nueva universidad tecnológica en el norte el país (basada en la existencia exitosa del “Tel-Hai College”, al lado de Kiryat Shmona, y de otros más pequeños en los alrededores), pero el programa se congeló por ahora “por falta de presupuesto”. Igualmente, el plan que existía concretamente para abrir un hospital de emergencia en el sur del país, en la zona más afectada durante los últimos veinte años por los bombardeos desde Gaza, se congeló por falta de recursos.
Pero el sector de la población que más ha sufrido por la incompetencia total y el fracaso del gobierno es el sector árabe, donde la violencia criminal ha llegado a niveles inconcebibles. Este es un problema muy complejo que ya se viene desarrollando por varios años y no empezó hace cinco meses. El gobierno anterior creó un plan de acción, liderado por el viceministro de seguridad interna, Yoav Segalovitch, quien, actuando en plena colaboración con los líderes locales de las poblaciones árabes, implementaron un plan que redujo en su primer año las estadísticas del crimen en más de un dieciséis por ciento y daba signos de seguir cosechando logros parciales pero importantes. El principio general del gobierno de Bibi en todos los campos de la vida pública es descartar automáticamente cualquier plan que el gobierno anterior inició, sin dedicarle cinco minutos de pensamiento a ver si había algo de valor en ellos, o qué se haría con todos los presupuestos que ya se habían destinado. Y así fue también en este caso.
El ministro Ben Gvir descartó de entrada todo lo que Segalovitch y su equipo habían logrado, sin tener ninguna alternativa y sin pensar que se necesitaba una alternativa. Después de todo, para él son no más que árabes, y aunque supuestamente son ciudadanos de plenos derechos en este país, su visión racista se manifiesta claramente en su actitud: ¡que se sigan matando entre ellos!
El número de víctimas de la violencia criminal en el sector árabe en lo que va de año llega a 103, incluyendo una matanza de cinco ciudadanos árabes en la población de Yifia, hace algunos días. Ben Gvir, que se jactaba de poder devolver la seguridad y la gobernabilidad al país, no tiene ni idea de qué hacer al respecto, excepto hablar estupideces minetras la violencia sigue rampante a lo largo del país. El puesto le queda demaisado grande a sus medidas. Ben Gvir nunca dirigió una organización mayor que las pandillas violentas de cuatro o cinco vagabundos judíos en los territorios, que se dedicaban a sembrar terror entre palestinos y a destruir sus propiedades. Ben Gvir tampoco sabe lo que es ser soldado o policía, ya que el ejército se negó a unirlo a sus filas por haber sido inculpado en las cortes israelíes varias veces por pertenecer a organizaciones de terroristas (judías).
Este es el individuo a quien Bibi le consignó la responsabilidad ministerial sobre la policía y las cárceles. Pero todo lo que escuchamos de él ante la pérdida de control en la seguridad de los ciudadanos son acusaciones mutuas entre él y el comandante general de la policía, Yaakov Sabetai, así como de otros altos oficiales. Con este gobierno de Bibi y con Ben Gvir como Ministro de Inseguridad Nacional, no sólo que la sociedad árabe-israelí está desangrándose a morir, sino que están destruyendo desde adentro el funcionamiento y la confiabilidad pública de la policía nacional (que ya de por sí estaba bastante desacreditada en muchos aspectos).
Pues bien: ante todos estos fracasos, ante el alza indetenible del costo de la vida sin que el gobierno tenga idea de qué hacer al respecto, ante la intensidad y la persistencia de las protestas y el eco internacional que ellas han suscitado, ante las brechas que se han agudizado a escalas sin precedentes dentro de la sociedad israelí y la retórica pública de odio que ellas han suscitado, y ante el impacto negativo que el proceso político ha tenido sobre la economía israelí y sobre nuestra situación en el plano diplomático mundial, Bibi entendió finalmente que sería mejor bajar el perfil público del esfuerzo liderado por Levin, y tal vez hasta eliminar de la agenda pública los puntos principales del golpe constitucional-jurídico que se venía cocinando. El efecto inmediato de esto, a nivel político, ha sido un distanciamiento muy notable entre ambos, Bibi y Levin, después que en los primeros días de este gobierno Levin fuera la persona más cercana al líder máximo. Este distanciamiento va a llegar a un punto de ebullición este miércoles entrante.
La estrategia de Bibi en este momento es hacer todos los esfuerzos necesarios para mantener en vida las “negociaciones” sobre la reforma que se están llevando a cabo, con el patrocinio del presidente Herzog y sin mucho éxito por ahora, entre partidos de la oposición y el gobierno. Eso puede ayudarlo a que la “reforma” vaya agonizando y eventualmente tal vez desparezca, pero a la vez no reconocerlo explícitamente frente a los que constituyen su base electoral, para quienes la reforma se ha convertido en bandera. Pero frente a la votación en la Knesset este miércoles, Bibi tiene que decir clara y públicamente si él apoya la inclusión de un representante de la oposición en la comisión y exige de todos lo miembros de la coalición de votar en esa dirección, o si deja libre la posibilidad de que cada uno vote según quiera, en cuyo caso obviamente la coalición no escogería ningún representante de la oposición. Los resultados de esta votación tienen un significado técnico y simbólico sumamente importante en lo concerniente al futuro del sistema judicial (vean la explicación en el video a continuación – también con subtítulos). Pero adicionalmente, el mero hecho de que la votación se celebra implica que Bibi está obligado a hacer lo que más odia en su cargo especialmente en estos momentos: tomar una decisión política de consecuencias, que en este caso crearía un conflicto político frente a Levin y quienes lo apoyan.
En este momento parecería ser que Bibi va a tomar una decisión contraria a la posición de Levin. Es probable (aunque no seguro) que como resultado de la votación (bajo la presión abierta de Bibi), sí se llegue a incluir entre los miembros de la comisión de selección de jueces una representante de la oposición (Karin Elharar, de Yesh Atid, el partido de Lapid). Pero eso no pondría fin al drama. En primer lugar, el representante de la coalición será Ytzhak Kreuzer, del partido de Ben Gvir. O sea: en los acuerdos que llevaron a la formación del este gobierno, Bibi (para salvar su pellejo ante los juicios que siguen en curso contra él) no sólo le cedió a Ben Gvir y a sus amigos terroristas—que hasta hace poco eran objeto de seguimiento por parte del servicio secreto (Shabak)—la responsabilidad por la policía, sino también una influencia determinante sobre el nombramiento de jueces. En segundo lugar queda abierta la pregunta, qué hará Levin ahora si Bibi actuó publicamente en contra de su posición en un punto tan central de su programa. Levin probablemente no cumplirá su amenaza de renunciar al cargo de Ministro de Justicia (está totalemnte desacrediatado y ya nadie le tiene miedo). Pero estando en ese cargo, la ley le concede exclusivamente a él la autoridad para convocar la comisión una vez que los representantes se hayan escogido en la Knesset, y es probable que se niegue a hacerlo.
Si no se reúne la comisión electa, quedarían muchas posiciones de juez vacantes, lo cual perjudicaría tremendamente al ciudadano de a pie, que necesita que su caso se discuta en alguna instancia. Pero además, eso dejaría vacante varias sillas en el Tribunal Supremo de Justicia, incluyendo el nombramiento de un nuevo presidente del TSJ, ante el retiro en octubre de la Juez Esther Chayut. Pero aún si Netanyahu o el TSJ en su composición actual fuerzan a Levin a reunir el comité (técnicamente podrían hacerlo), no habrá fuerza en el mundo que pueda obligarlo a iniciar en serio el complejo proceso de selección de jueces y mucho menos completarlo. Si así fuera, ya con un comité electo, e incluso si las negociaciones en la casa del presidente llegan a explotar, y si Levin y Netanyahu siguen a cualquier precio su intento de implementar la “reforma”, el actual TSJ podría detenerla como anticonstitucional de manera que se detendría el proceso por varios años.
La situación política y jurídica que traté de explicar es muy compleja en sus detalles, tanto como lo son los procesos a largo plazo dentro de la sociedad Israel que llevaron a los resultados de las últimas elecciones y a crear el gobierno de corrupción y destrucción nacional que estamos viviendo. Las manifestaciones han influenciado enormemente, directa e indirectamente, y de hecho en el caso de Bibi, le hicieron cambiar rumbo en cuanto a la reforma de Levin. No nos rendimos y seguimos sin parar con las manifestaciones semanales en el centro de Tel Aviv y a lo largo del país, y además, persiguiendo a los políticos de la coalición en cualquier lugar del mundo donde crean que van a poder seguir difundiendo impunemente sus mentiras.
Como explicación adicional, y para finalizar este artículo ya un poco largo, les recomiendo mantenerse informados (en inglés) a través de la página web del Instituto Israelí de Democracia, un organismo civil independiente y muy prestigioso, que se dedica a investigaciones de la sociedad israelí y a difundir análisis objetivos y muy bien basados. Pueden verlo acá:
Además, les agrego links a un par de videos (con subtítulos en inglés) creados por Moshé Radman, donde él explica, con gran humor y conocimiento de los detalles, como Netanyahu y sus asociados engañan día a día con propaganda populista y falsa sobre el sistema de tribunales en Israel. Radman es un personaje muy carismático. Nació y creció en la ciudad de Lod, en un barrio muy problemático socialmente hablando, y se supo abrir camino hasta crear su propio Start-Up muy exitoso, AnyVerse, que lo volvió muy afluyente. Pero ahora dedica todo su tiempo y energía a las protestas. Sus explicaciones son siempre agudas y certeras, aunque desafortunadamente sólo una pequeña parte de ellas se puede ver con subtítulos. Ahí se los dejo:
Y acá su discurso en una de las manifestaciones centrales en TLV, hace un par de semanas. Vale la pena escucharlo:
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